“Al mundo paz nació Jesús” es el inicio de un popular villancico navideño que resume magistralmente esta temporada de fiesta por la llegada del Hijo de Dios entre nosotros. La navidad celebra el cumplimiento de la promesa de la venida del Príncipe de paz (Is. 9:6). La segunda persona de la trinidad se hizo hombre y habitó entre nosotros para después darnos vida a través de su sacrificio expiatorio en la cruz. Por lo tanto, la navidad es un acontecimiento digno de celebrarse.
En medio de la desesperanza por las consecuencias trágicas del pecado, la llegada de Jesús es un bálsamo de esperanza y paz para todos. De hecho, a los pocos minutos del nacimiento de Jesús varios pastores recibieron las buenas noticias por medio de ángeles. Los ángeles al anunciar las buenas nuevas alababan a Dios y proclamaron: “¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Luc. 2:14). El nacimiento de Jesús enfatiza la paz entre los hombres. Su llegada no vino a traer confusión sino paz. Otro conocido villancico resume el maravilloso acontecimiento con las palabras “noche de paz”. La navidad es la celebración de la paz entre nosotros.
Sin embargo, desgraciadamente, para muchos la navidad se ha convertido en una temporada de estrés y cansancio. He notado que muchas personas se afanan en estos días debido a tantas cosas que los distraen del verdadero significado de la navidad. Es triste ver que las fiestas y reuniones familiares y entre amigos, la obsesión por comprar regalos y tantas actividades que llenan las agendas no nos permiten apreciar el regalo de la paz que Jesús vino a ofrecernos. La navidad para muchos celebra todo y a todos menos al festejado y a la razón de la celebración. En otras palabras, lamentablemente muchos no relacionan los términos “paz” con “navidad” y de esta manera se pierden del regalo de Jesús por buscar agradar a todos menos a él.
Sé por mi propia experiencia lo difícil que es mantener el enfoque navideño en Jesús y no dejarse arrastrar por el consumismo y las presiones sociales. Jesús nos da paz. Solamente en él podemos disfrutar la verdadera paz en medio de cualquier circunstancia (Juan 14:27; 16:33). La paz de Jesús debería ser prevalente en todo tiempo y especialmente en la temporada navideña. Una navidad estresada es totalmente contraria al propósito central de la navidad.
En estas fechas es importante preguntarnos ¿qué necesito hacer o dejar de hacer para celebrar la llegada del Príncipe de paz en completa paz? No hay compromiso familiar o social más importante que Jesús. Ahora es un buen tiempo para enfocarnos en el que es realmente importante para que nos llene de su paz. Les deseo una feliz navidad y que “el Dios de paz sea con todos ustedes. Amén” (Rom. 15:33).