El nacimiento de Jesús cambió al mundo. La navidad es, sin duda alguna, el acontecimiento más importante en la historia de la humanidad y, por lo tanto, la mayor celebración de cada año. El Dios creador del universo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Dios no está lejos ni es distante sino que a través de Jesús su presencia es real y personal. De hecho, el milagro de la navidad se resume con la palabra “Emanuel” que significa apropiadamente “Dios con nosotros.”
Sin embargo, la navidad es también quizá la celebración en donde existe la mayor confusión debido a tantas actividades que distorsionan el verdadero propósito de la festividad. En comunicación se le llama “ruido” a todo aquello que no permite que el mensaje llegue libremente entre el emisor y el receptor. Es decir, el ruido obstruye la comunicación. Desgraciadamente la navidad se ha llenado de “ruido” y muchísimas personas celebran muchas cosas, pero se olvidan de lo esencial y lo verdaderamente importante. Los regalos, familia, viajes, compras, cenas aunque en general son buenos, sí nos pueden distraer del simple, pero profundo significado de la navidad. Tristemente es en la navidad en la que con frecuencia se hace a un lado al invitado de honor para concentrarse en todo menos en aquel a quien realmente se celebra.
Un magistral resumen del verdadero propósito y significado de la navidad se encuentra en uno de los pasajes curiosamente menos citados durante estas fechas. Sin embargo, la profecía de Zacarías al final del primer capítulo de Lucas es muy importante y nos da una descripción sencilla, pero profunda de la magnitud de la venida del Hijo de Dios a este mundo. Zacarías era un sacerdote del pueblo de Israel que servía fielmente en el templo. Un día cuando estaba realizando una solemne ceremonia religiosa el ángel Gabriel se le apareció y le anunció que pronto tendría un hijo a pesar de su avanzada edad y la esterilidad de su esposa. Zacarías por razones obvias duda la promesa del ángel y éste le declara que se quedará mudo hasta que se cumpla la promesa de Dios. Zacarías efectivamente pierde la habilidad de hablar por meses, pero la recupera en el momento que presentan a su hijo en el templo y confirma que se llamará Juan tal y como el ángel le había anunciado.
Las primeras palabras de Zacarías después de meses de silencio son de alabanza a Dios y lleno del Espíritu Santo hace una profecía comúnmente llamada el “Benedictus” (bendito) por ser la primera palabra de la traducción latina de este pasaje (Lucas 1:68-79). Este himno de alabanza resume el propósito que tendría su hijo, Juan el Bautista, al preparar el camino para el ministerio de Jesucristo, pero sobre todo, resalta la misión de Jesús en este mundo. Dios no se ha olvidado de sus promesas y es a través de Jesús que las cumple y muestra su favor al pueblo de Israel y a la humanidad. En la encarnación, Dios ha visitado a su pueblo para redimirlo (v. 68); ha levantado un poderoso salvador tal y como había sido profetizado (v. 69-71) para mostrar su misericordia y el cumplimiento de su pacto (v. 72-73); dándoles la oportunidad de que lo sirvan en santidad y justicia el resto de sus vidas (v. 74-75).
En los versículos 76 al 79 Zacarías se dirige con afecto a su hijo y le anuncia que será un profeta de Dios y que su labor será prepararle el camino a Jesús, el salvador del mundo. La deidad de Jesús se resalta al ser Juan un profeta del “Altísimo” que irá delante del “Señor” (v. 76). El propósito de la venida de Jesús o la navidad se manifiesta claramente en el versículo 77 al afirmar que es la salvación de la humanidad por el perdón de pecados. Al ser pecadores merecemos el castigo eterno, pero Jesús vino a morir en nuestro lugar y de esta manera podemos ser salvos y nuestros pecados perdonados. Esto solamente es posible “por la entrañable misericordia de nuestro Dios” (v. 78).
A través de una preciosa imagen visual, la navidad se describe con una metáfora en donde la luz ilumina a la oscuridad: “con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte (v. 78-79). En Jesús, Dios guía nuestros pasos por la senda de la paz (v. 79). La paz (shalom) que Dios desea para nosotros se obtiene a través de Jesús y solamente así podemos disfrutar la plenitud de la vida. El milagro de la navidad se extiende por todo el año y por toda la vida. Dios nos ha visitado y la celebración es constante y para siempre.
En esta temporada navideña lo invito a que se centre en el verdadero y único propósito de la navidad. La oración de Zacarías nos invita a alabar al Dios que está presente y nos ama. Que el recuerdo de su venida nos haga bendecirlo al igual que Zacarías y que estás buenas noticias sean nuestro clamor estos días y por el resto de nuestras vidas.