La carta del apóstol Pablo a los Efesios representa uno de los documentos doctrinales más importantes del cristianismo. En los primeros tres capítulos Pablo explica lo maravilloso del amor y la gracia divina que nos dio vida a través de Jesucristo cuando todos estábamos muertos en nuestros pecados. En Jesús también, el Dios de toda gracia nos ha bendecido con toda bendición espiritual. Los cristianos somos adoptados en la familia de Dios, encontramos aceptación, redención, perdón, sabiduría, una herencia eterna que está garantizada por el Espíritu Santo.
Esta salvación en Cristo Jesús rompe todos los moldes preconcebidos y une tanto a gentiles como a judíos en un solo pueblo, la iglesia. Pablo menciona que este misterio ha sido ahora revelado y los gentiles que aceptan a Cristo también son coherederos y miembros del mismo cuerpo de Cristo. La iglesia, por lo tanto, está formada de personas que han recibido la salvación en Jesús sin importar su trasfondo étnico o cultural. Todos formamos parte de una sola iglesia.
En los capítulos cuatro al seis, Pablo explica cómo debemos conducirnos aquellos que formamos parte de la única iglesia de Dios. Pablo empieza con un llamado para que vivamos de una manera digna de acuerdo a la vocación o llamado que tenemos en Cristo. Después se abordan temas como la unidad de la iglesia, la importancia de vivir en santidad, las responsabilidades en la familia y el trabajo y la conducta cristiana en medio del conflicto. En otras palabras, la base doctrinal de los primeros tres capítulos dan sustento a la aplicación práctica de los creyentes. Nuestra conducta siempre debe estar sustentada en lo que creemos y nuestras creencias en Dios y sus maravillosas obras por nosotros.
Todo este contexto es importante para resaltar los versículos 11 al 16 del capítulo cuatro en los que se nos da una detallada descripción de la función de los líderes en la iglesia y del papel que todos los miembros juegan en la edificación del cuerpo de Cristo. La práctica eclesiástica debería seguir este modelo que no está basado en preferencias culturales sino en la obra de Dios al crear su iglesia. A continuación presento este importante pasaje de las Escrituras con algunas preguntas que nos ayudan a resaltar el énfasis del texto.
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros… (v.11) ¿por qué? ...a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo... (v.12) ¿cuánto? ...hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto... (v.13a) ¿qué tan perfecto o maduro? ...a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (v.13b). ¿Con qué resultados? Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error (v.14). ¿Pero…? sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo (v.15) ¿y…? de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor... (v.16) ¿Cómo…? ...según la actividad propia de cada miembro (v.16).
Este pasaje tiene mucha profundidad y aborda varios temas. Sin embargo, quisiera enfocarme en tres primordiales. En primer lugar es Cristo quien escoge y llama a los diferentes líderes de la iglesia con el fin de que capaciten a los creyentes para que sean ellos los que hagan la obra del ministerio. Muchas personas creen equivocadamente que los pastores o líderes son los que tienen que hacer el trabajo de la iglesia, pero realmente su labor es preparar a los cristianos para ellos hagan el trabajo. Esta simple interpretación equivocada ha traído consecuencias trágicas en muchos ministerios en los que algunos pastores piensan que son ellos los que tienen que hacer todo y algunos miembros creen que los pastores reciben un salario precisamente para que se encarguen de hacer todo el trabajo. En segundo lugar, la meta de todos los cristianos es llegar a ser transformados a la imagen e Cristo en su plenitud. Lo importante es que todos lleguemos a la meta no quien llega primero o que solamente algunos lo logren. La transformación y el crecimiento es para todos sin excepción de edades. Finalmente, la iglesia se edifica cuando cada miembro ejerce su función en el cuerpo. Es decir, en la iglesia no hay lugar para espectadores sino que todos los miembros son necesarios y tienen una función vital.
Dios nos ha dejado claramente en su Palabra cómo debe funcionar la iglesia. Reitero que esta función tiene un fundamento teológico y no cultural o temporal. Con base en la obra que Cristo ha hecho en todos nosotros debemos actuar y representarlo dignamente. Cuando hay pastores que no capacitan a los creyentes sino que ellos hacen todo el trabajo, están actuando de una manera indigna. Cuando no nos enfocamos en el crecimiento espiritual de todos los creyentes, actuamos indignamente. Cuando hay espectadores que se rehúsan a contribuir en el ministerio, están actuando indignamente. En otras palabras, la obra que Dios ha hecho es tan maravillosa y su gracia tan abundante que no tenemos otra opción sino obedecerlo y vivir de acuerdo a sus estándares. ¡Todos nos necesitamos y todos somos importantes y necesarios! ¿Cuál es su función en la iglesia?
NOTE: Octavio Esqueda is among the featured columnists at Baptist Press en Español, and this article was also published in Baptist Press.