Hace un par de semanas estuve en Guatemala para iniciar un curso semestral en un programa doctoral en educación teológica. Este programa es singular en Latinoamérica y enseñar en él me da la oportunidad de convivir con líderes de diferentes países y también aprender de ellos. A pesar de que este doctorado se enfoca principalmente en la educación teológica formal a través de universidades y seminarios, la realidad es que todo nuestro entorno debería tener un enfoque teológico porque Dios es el creador del universo y el centro fundamental de toda la existencia. Por esto el conocimiento de Dios o educación teológica nos debería ayudar a “pensar teológicamente” sobre todas las áreas de la vida.
La teología siempre es práctica y relevante porque se centra en un Dios vivo y no meramente en presuposiciones teóricas sobre un ser sobrenatural, pero imaginario. Las palabras del apóstol Pablo ante los sabios de Atenas resumen claramente la centralidad de Dios en nuestra vida: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra…él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;… Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos (Hechos 17:24-28).
Sin embargo, he notado que en muchas ocasiones es fácil tener huecos en nuestra manera de pensar teológicamente sobre asuntos importantes. No me refiero a que necesariamente tengamos una teología incorrecta o a una falla intencional de nuestra parte. También es un hecho que nuestro entendimiento de Dios crece con el tiempo y ni la eternidad bastaría para entender completamente al Señor. Estos huecos a veces se acentúan por las presiones sociales, culturales y políticas del mundo en el que vivimos.
En los Estados Unidos, por ejemplo, vivimos en una sociedad polarizada en donde los extremos se acentúan durante el periodo electoral. El ser humano es un ser político y es normal tener preferencias entre los partidos y candidatos. Tristemente cada vez noto que las diferencias entre Republicanos y Demócratas se hacen más grandes al mismo tiempo que la habilidad del dialogo disminuye. Como cristianos con frecuencia nos vemos atraídos por esos polos opuestos y esta situación contribuye a que nuestro pensamiento teológico se vea más afectado por una postura política y no por Dios .
La Biblia enseña que el ser humano es creado a la imagen y semejanza de Dios (Gen. 1:27). La imago Dei es lo que le da valor, significado y dignidad a los seres humanos. Todos somos importantes sin importar nuestro sexo, cultura, raza, condición física, lenguaje, estatus migratorio, religión o cualquier otra variable. La vida es sagrada porque es un regalo divino. Desde la concepción hasta el final de nuestra vida terrenal todos los seres humanos son valiosos y dignos de respeto. El Salmo 8 es un maravilloso poema que resalta la grandeza de los seres humanos sobre toda la creación.
Esta realidad bíblica fundamental es por todos conocida, pero lamentablemente no llevada a la práctica en nuestra manera de pensar y abordar los problemas de nuestra sociedad. Puedo entender que los no creyentes se dejen llevar por sus posturas políticas, pero me entristece ver que muchos cristianos permiten que sus preferencias electorales influyan en su manera de pensar teológicamente de manera que no vean que cualquier sistema o partido político no refleja completamente una cosmovisión cristiana. Si somos coherentes, la imagen de Dios en todos debería ser un punto fundamental para analizar cualquier problema social.
Por ejemplo, muchas personas en la sociedad están en completo desacuerdo con el aborto. Para ellos, y para los cristianos que creen que el ser humano es creado a la imagen de Dios y que la vida se origina en la concepción, el aborto es una afrenta fragante contra Dios y contra la santidad de la vida. El aborto no es un asunto que se basa principalmente en la preferencia de la mujer a elegir si desea tener un hijo sino en el regalo divino de la vida. Tanto la madre como el feto son igualmente valiosos al ser creados a la imagen de Dios y el aborto es un crimen al que tenemos que aborrecer.
Sin embargo, muchos de los que se oponen al aborto también promueven políticas discriminatorias contra otros seres humanos creados a la imagen de Dios. Ante Dios ningún ser humano es “ilegal” o de segunda categoría. La diversidad racial también es un valor que celebrar y cualquier tipo de discriminación es un pecado y una afrenta contra Dios. El derecho constitucional a portar armas no está por encima del valor de la vida y matar a otra persona creada a la imagen divina siempre es un crimen no importa que sea en defensa propia. Como todos los seres humanos son importantes y valiosos, el derecho a la educación y a los servicios de salud deberían ser parte integral de cualquier sociedad. Todos merecen las mismas oportunidades sin importar sus circunstancias. Muchos que apoyan estas medidas de dignidad a todos los seres humanos inexplicablemente también muestras su apoyo al aborto con el argumento de que cada mujer puede elegir hacer lo que sea con su cuerpo aunque esto incluya matar a un ser humano.
Es fácil notar que ningún partido político es completamente consistente con un valor cristiano básico como la imagen de Dios en todos los seres humanos. Esto es normal y predecible. Lo que no está bien es que como cristianos nos dejemos llevar solamente por nuestra preferencia política y no por los valores cristianos. Un candidato que se opone al aborto pero promueve la discriminación está tan equivocado como el que promueve la diversidad y el aborto al mismo tiempo. La santidad humana es global y en todas las circunstancias.
En los próximos meses estaremos bombardeados con propaganda política. Independientemente del partido o candidato de su preferencia lo invito a que como cristianos podamos ver la vida con una perspectiva teológica y que seamos consistentes en ella. Nuestra solidaridad final está con el Señor y debemos valorar lo que El valora. Incluso al disentir con las preferencias políticas de otros, recordemos también podemos aprender de sus perspectivas y que la imagen de Dios brilla a través de ellos.