“Todos somos Marcos” se convirtió en una popular frase en México y en muchos lugares del mundo. El primero de enero de 1994 el denominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional inició una lucha armada en el estado de Chiapas en el sur de México. El subcomandante Marcos era el líder de este movimiento que buscaba justicia, trabajo justo y equitativo entre otras demandas básicas. El subcomandante Marcos se convirtió en un personaje carismático y enigmático porque tenía un pasamontañas que cubría su identidad. Para protegerlo y para identificarse con las demandas de este movimiento muchas personas empezaron a decir “todos somos Marcos” y de esta manera borrar las diferencias entre esta persona y ellos mismos.
Otro ejemplo similar se da en la obra Fuente Ovejuna del famoso dramaturgo del Siglo de Oro español, Lope de Vega. Esta importante obra literaria se publicó en 1619 en Madrid y la trama se desarrolla en un pueblo de Andalucía llamado Fuente Ovejuna (en la actualidad se escribe Fuente Obejuna). El comendador de ese lugar, Fernán Gómez de Guzmán, era un tirano y su comportamiento llegó al extremo que los pobladores lo asesinaron. Cuando las autoridades iniciaron sus investigaciones para encontrar al culpable se dieron cuenta que todo el pueblo estaba unido y de esta manera era imposible dar con el asesino. A la pregunta que le hacían a las personas, “quién mató al comendador” siempre tenía la misma respuesta, “Fuente Ovejuna, Señor”. Todos eran Fuente Ovejuna y todos eran la misma persona.
Pero esta situación es diferente cuando se trata de cuestiones económicas y de posiciones sociales. En estas circunstancias siempre existe la tendencia a establecer una diferencia entre los ricos y los pobres, entre nosotros y ellos. A pesar de que una película popular mexicana tenia el título de “Ustedes los ricos, nosotros los pobres”, he notado que la mayoría de las veces nos distanciamos de los pobres y nos gustaría ser parte de los ricos.
Durante varios meses he participado en un grupo de lectura con otros profesores de la universidad Biola acerca de temas como la economía, la pobreza y la responsabilidad cristiana. También tuve la oportunidad de asistir a una fascinante conferencia llamada Acton University a la que asistieron más de mil personas de todo el mundo y en la que se abordaron estos temas. Me dio gusto ver que muchas personas desean saber más sobre la relación entre el cristianismo y la economía. Dentro de los temas y diferentes puntos de vista que se abordaron, me gustaría comentar uno que me parecen de suprema importancia.
Como mencioné anteriormente, casi siempre que se habla de maneras para combatir la pobreza era obvio que se hacía desde una perspectiva del otro, no del pobre. Las intenciones eran buenas y muchas ideas tienen méritos, pero creo que si no intentamos caminar en los zapatos de los pobres es muy difícil comprender su situación y realmente ayudarlos. De hecho, todos somos pobres de alguna manera y todos necesitamos ayuda.
Jesús dijo que los pobres en espíritu, aquellos que saben que necesitan desesperadamente la ayuda divina son bienaventurados (Mat. 5:3). La pobreza no se puede reducir solamente a cuestiones económicas ya que hay personas tan pobres que lo único que tienen es dinero. Todos, sin excepción, somos pobres de alguna manera y cuando vemos a nuestros semejantes como iguales entonces podemos tratarlos con dignidad. Frases como “crear dependencia”, o “ayudarlos para que sean autosuficientes” implican, aunque sea inconscientemente, una condescendencia y paternalismo inadecuados.
Un excelente proyecto que intenta ofrecer soluciones para mejorar las condiciones de vida de los menos afortunados es el Poverty Cure. Ellos promueven varias iniciativas para promover el desarrollo de los seres humanos desde un fundamento cristiano. Todos los seres somos creados a la imagen y semejanza del Dios trino. Por lo tanto, todos tenemos la capacitad de crear y encontrar la plenitud en nuestras vidas. Todos tenemos el potencial creativo para producir riquezas y desarrollo. Este proyecto tiene una muy buena series de videos en los que presentan sus ideas y visión. Además, tienen una revista en español a la que puede acceder aquí.
La Biblia enfatiza que por la gracia de Dios aunque todos somos pobres Cristo nos ha hecho ricos, “porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Cor. 8:9). Como seguidores de Cristo debemos seguir su ejemplo y buscar la prosperidad de nuestros semejantes. No lo hacemos porque somos superiores o por dar limosnas a los menos necesitados sino porque entendemos que somos privilegiados de compartir lo que tenemos y que también necesitamos desesperadamente de los demás. Nuestro clamor por la justicia y prosperidad social tiene un fundamento Cristo céntrico y la humildad que reconoce que todos necesitamos de la gracia divina y de la generosidad y apoyo de los demás.