Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo,
a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos:
Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia. Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo. Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. (Filipenses 1:1-11, RVR 1960)
Al leer este pasaje, me siento conmovido por la imagen de Pablo en la cárcel, escribiendo a una de las iglesias a las que ha servido, orando por ellas, echándolas de menos y anhelando estar con ellas. Escribe con una mezcla de alegría y anhelo, una combinación de confianza y deseo. Comienza su carta con dos cosas que quiere que sepan y su oración por lo que Dios hará en sus vidas. Es un modelo maravilloso para mis propias oraciones por aquellos a quienes enseño.
Después de saludarles y asegurarles sus oraciones en su favor, Pablo quiere animarles con una verdad importante que le da confianza en lo que Dios realizará en sus vidas. Afirma que Dios, que ha comenzado en ellos Su buena obra de salvación y transformación, la llevará a término en el día de Jesucristo. Pablo sabe que algunos en la iglesia pueden tener miedo, porque él está ahora en prisión y no puede estar con ellos y enseñarles. Pablo les señala a Dios como Aquel que está trabajando en ellos, asegurándoles que Dios nunca los dejará o abandonará lo que ha comenzado. Dios es su maestro definitivo y de Él emana el poder para su transformación. Yo también necesito recordar esta importante verdad y recordársela a los que enseño.
Pablo también reflexiona sobre sus propios sentimientos hacia aquellos a los que ha enseñado y servido. Su oración por ellos está llena de alegría por su participación en el Evangelio, apoyando su ministerio y compartiendo el Evangelio con los demás. Al mismo tiempo, comparte su tristeza, un anhelo de estar con ellos que no puede satisfacer a causa de su encarcelamiento. Son queridos e importantes para el corazón de Pablo porque han compartido la gracia de Dios con él, y es difícil estar separados. Yo nunca he estado en la cárcel, así que no puedo entender realmente lo que Pablo experimentó. Pero conozco la tristeza que llena mi corazón cuando alguien que ha formado parte de un grupo de estudio que he dirigido o en el que he participado se marcha y ya no está con nosotros. Cuando estudiamos juntos la Palabra de Dios, nace un afecto especial entre los miembros del grupo (es un don de Dios) y lo disfrutamos y nos anima, aunque sepamos que puede no durar para siempre. En su carta, Pablo les asegura su amor a sus hermanos en Cristo, y ese amor le lleva a orar por ellos.
En su oración por estas personas a las que ama y añora, Pablo se centra en tres cualidades importantes, fundamentales para que sigan creciendo juntos en Cristo. Como en tantos otros pasajes de los evangelios y las epístolas, Pablo destaca la importancia central de un amor creciente. Pablo pide a Dios que ayude a que su amor crezca cada vez más: amor mutuo, amor a Dios y amor a los necesitados del Evangelio. Este es el fruto último de la obra de Dios en nosotros, ya que Dios es amor y estamos llamados a ser como Él. Pero junto con el amor, Pablo también ora para que crezcan en conocimiento y discernimiento. El amor necesita orientación, y los filipenses aún tienen mucho que aprender sobre la Palabra de Dios, su voluntad y sus caminos. Además, otros escritos de Pablo advierten sobre falsos maestros que vendrán y predicarán cosas contrarias al evangelio, y la iglesia necesitará conocer la Palabra de Dios lo suficientemente bien como para poder discernir la verdad del error
En conjunto, el amor, el conocimiento y el discernimiento son dones preciosos de Dios, que nos permiten conocer y aprobar lo que es mejor (lo excelente) y convertirnos en personas llenas del fruto de la justicia que viene a través del conocimiento y la unión con Cristo, no de nuestros propios esfuerzos. La oración de Pablo es un modelo maravilloso para nosotros. Cuando ores por los miembros de tu grupo, pídele a Dios que ayude a que su amor crezca cada vez más. Ora para que lleguen a conocer y entender su Palabra lo suficientemente bien como para que puedan discernir la verdad del error en lo que escuchan y leen. Ora para que cuando Dios responda a estas oraciones, resulte en su crecimiento en justicia y dependencia de Cristo.
Nuestro objetivo en todo esto es la gloria y la alabanza de Dios, que lleva a cabo esta maravillosa obra de transformación en nosotros, completándola cuando estamos unidos a Cristo. No veremos el resultado final en esta vida, pero Dios está realizando Su obra, y tenemos confianza en que lo hará hasta el final. Esto nos da esperanza y nos ayuda a perseverar en cualquier desafío al que nos enfrentemos, incluso la separación debida al encarcelamiento.
Padre, estoy tan agradecido de que mi esperanza está en Ti y en Tu habilidad para completar lo que Tú has comenzado. Mientras dirijo mi grupo de estudio bíblico, ayuda a que mi amor por ellos crezca. Oro para que su amor por Ti, por los demás, y por aquellos que necesitan el Evangelio crezca en respuesta a Tu amor por ellos. También te pido que crezcan en conocimiento y discernimiento para que puedan seguirte fielmente y aprobar lo que es bueno y excelente, distinguiendo la verdad del error. Ayúdanos a que todos juntos nos parezcamos más a Cristo por Tu obra transformadora en nosotros. Por todo esto te alabo y te doy gracias. Amén.